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"Es hora de actuar sobre una reforma de nivel A"
Cada año ocurre lo mismo: mientras los estudiantes esperan nerviosos los resultados del A-level, los debates sobre el valor y las ventajas de los A-levels salen a la superficie.
Pero dado que esto sucede todos los años y aún así no parece haber voluntad política para cambiar las cosas, tal vez haya llegado el momento de que universidades y escuelas trabajen juntas para forzar reformas.
Después de todo, en muchas partes del sector universitario se reconoce ampliamente que los niveles A son demasiado estrechos y predecibles.
Se adaptan a un puñado de cursos: estudiantes que hacen la transición a ciencias naturales en la universidad con niveles A en química, física y matemáticas, por ejemplo. Pero estos casos son pocos y espaciados.
Muchos directores de facultad se quejan de que el tipo de preguntas de los exámenes que los estudiantes practican incesantemente para los niveles A no los preparan bien para el aprendizaje universitario. De hecho, para muchas materias, el primer año de universidad es un período de desaprendizaje de los hábitos que arraigan los niveles A.
No es una transición fácil, por lo que tal vez no sea de extrañar que en la London Interdisciplinary School (LIS) estemos descubriendo que existe muy poca correlación entre los resultados del A-level de un estudiante y su desempeño en el primer año universitario.
También es revelador que, en comparación con jurisdicciones similares, nuestros métodos de evaluación estén extremadamente obsoletos. Los proveedores de evaluación en Australia y Nueva Zelanda, por ejemplo, han avanzado no sólo en la digitalización sino también en la evaluación de capacidades de orden superior.
Teniendo en cuenta todo esto, ¿por qué nada cambia?
Los líderes gubernamentales y universitarios dirán que están estancados. Las universidades no basarán las admisiones en otros medios a menos que puedan estar seguras de que todos los estudiantes puedan acceder a ellos; el gobierno no financiará la provisión de una nueva prueba a menos que todas las universidades la acepten.
Entonces, ¿cómo podemos escapar de esta inercia y asegurarnos de evaluar a los estudiantes de una manera que los prepare adecuadamente para los desafíos y oportunidades académicos de la educación superior?
Parte de la solución está en las propias universidades, y al menos un número crítico está dispuesto a romper el molde y adoptar un enfoque más innovador en materia de admisiones.
Después de todo, las universidades ya pueden hacer ofertas contextualizadas, lo que significa que los estudiantes con menos oportunidades de aprender podrían quedar exentos de una nueva expectativa. Además, algunas universidades ya utilizan evaluaciones alternativas, como pruebas de aptitud de materias o admisiones basadas en portafolios para cursos de artes.
En LIS, como parte de nuestros esfuerzos por cambiar las cosas, entrevistamos a los candidatos utilizando dos formatos: un estudio de caso para evaluar la resolución de problemas cuantitativos y cualitativos, y una entrevista de mentalidad para evaluar la curiosidad, la resiliencia y los intereses.
La idea es garantizar que podamos evaluar adecuadamente a un candidato que puede haber tenido un desempeño inferior o haber sido rechazado por la naturaleza más formulada del aprendizaje basado en calificaciones.
Los profesores de numerosas escuelas nos han dicho que aprecian nuestro proceso de entrevistas, ya que prepara a los estudiantes para el mundo laboral real en el que tendrán que entrevistarse, y valoran nuestro enfoque en la individualidad más allá de las métricas académicas.
Sin embargo, trabajar así significa que las entrevistas requieren mucho tiempo y tienen sus propios problemas de sesgos. Por eso estamos realmente interesados en otras formas de evaluación que puedan permitir a los jóvenes mostrar lo que pueden hacer con sus conocimientos.
Algunas de las piezas de un enfoque ya existen. Por ejemplo, la Calificación de Proyecto Extendida (EPQ) es una oportunidad para que los estudiantes lleven el aprendizaje basado en materias en una nueva dirección.
Combinado con métodos como el juicio comparativo adaptativo, que permite una evaluación más holística de diversos productos, el EPQ podría elevarse para convertirse en una parte más importante de las decisiones de admisión.
Actualmente, hay muy poca comprensión en todo el sector sobre lo que esta calificación puede representar, aunque esto puede cambiar a medida que las investigaciones apunten hacia el vínculo potencial entre tomar el EPQ y mejores resultados en la universidad.
También estamos trabajando junto con varias universidades, escuelas y empleadores como parte de Rethinking Assessment, analizando una variedad de enfoques de evaluación alternativos.
Cambiar un sistema arraigado puede parecer imposible, pero la experiencia de las Nuevas Métricas para el Éxito de Australia, cuyo desarrollo lleva varios años de antelación, muestra que con la experiencia adecuada, una asociación entre universidad y escuelas puede desarrollar nuevos enfoques de evaluación radicales que otros están dispuestos a adoptar.
Los enfoques incluyen formas sistemáticas de evidenciar competencias complejas que se componen de diferentes conocimientos y habilidades, como la comunicación, la colaboración o mostrar agencia en el aprendizaje.
La Credencial Internacional de Aprendizaje Big Picture, que se basa en algunos de los mismos métodos de evaluación, ahora es aceptada por 17 universidades de Australia.
Debemos recordar que en nuestra historia, son las escuelas y universidades, no los gobiernos, quienes han marcado el camino en el diseño de las cualificaciones: en 1873, las universidades de Oxford y Cambridge respondieron al lobby de las escuelas para crear certificados de finalización de estudios.
Es hora de que el sector educativo vuelva a trabajar en conjunto para crear la innovación en evaluación que necesitamos.
Amelia Peterson es jefa de aprendizaje y enseñanza en la London Interdisciplinary School
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